sábado, 9 de julio de 2011

El Candidato.

Desde primera hora de la mañana todos los medios estaban pendientes del candidato. Qué digo desde la mañana, llevan toda la vida esperando. Los autobuses de militantes hinchables, de esos que aguantan el plano detrás del candidato, como se inventó alguien pensando que así le daba más credibilidad a sus palabras, llegaban por decenas. Todo estaba preparado, hasta se habían inventado un logo para insertar en la pantalla de la tele que lo emitía. Lo nunca visto para alguien muy visto. Porque el candidato ya estaba ahí hace mucho tiempo.

El candidato comenzó su discurso. Desde el primer momento se le vió desmarcarse de las políticas que su propio partido había llevado a cabo. Pero el candidato ya estaba en el partido. El candidato parece querer hacer un discurso de oposición al gobierno que acaba de abandonar para centrarse en su candidatura. porque el candidato ya estaba en el gobierno, aunque ahora parece que quiere demostrar que no, que el no ha sido.

El candidato habla de empleo, de Sanidad, de los paraisos fiscales, de impuestos a los más ricos, de transparencia, incluso lanza un guiño al 15M, el candidato nos promete los mundos de Yupi. ¿Cómo hemos podido vivir hasta hoy sin la magistral fórmula del candidato?. Un momento. ¡Peto si el candidato ya estaba allí! El candidato ya estaba allí cuando este país reguló que la precariedad laboral campara a sus anchas a través de las ETT. Se podría decir que fué uno de los próceres del mileurismo y la paga extra prorrateada. El candidato estaba allí cuando se decidió uno de los recortes más salvajes en la Sanidad de este país, el candidato incluso estaba allí cuando el 80% de las empresas del IBEX 35 tenían el dinero en paraisos fiscales a traves de entramados de empresas mafiosas. El candidato estaba allí cuando su partido y el de la oposición bloquearon la Justicia, cuando se hacían redadas indiscriminadas contra los inmigrantes en la puerta del metro, cuando votaron en contra de la reforma laboral, cuando enterraron en varias ocasiones la dación de pago, cuando los políticos vivían (como aún viven) abducidos por la deuda. Cuando la policía reprimía a golpes mileuristas y parados que se habían echado a la calle para recuperar su futuro de las manos de sus secuestradores, el candidato ya estaba allí también.

Pero es lo bonito de la mercadotecnia política, que parte de la base de que todos somos gilipollas y no tenemos memoria. Por eso el candidato no se pone ni colorado mientras desgrana su fórmula de mentiras avergonzantes. Y los militantes hinchables asienten con la cabeza, aplauden sus intervenciones, viven felices en su lodazal de autocomplacencia. Mientras tanto a los demás sólo nos queda la esperanza. La esperanza de que el candidato no va a estar ahí nunca más, la esperanza de botarle, a él, a los suyos, a los que quieren venir, ansiosos, meapilas. Todos los candidatos, todos estaban allí.

Porque parece ser que se esfuerzan muchísimo en demostrarnos día a día por qué NO NOS REPRESENTAN. Y todavía hay quien se pregunta por qué.

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