domingo, 26 de junio de 2011

#15M Sumar para sobrevivir

        político, ca. (Según la RAE) ¿Hay diccionario republicano?

(Del lat. politĭcus, y este del gr. πολιτικός).

1. adj. Perteneciente o relativo a la doctrina política.

2. adj. Perteneciente o relativo a la actividad política.

3. adj. Cortés, urbano.

4. adj. Cortés con frialdad y reserva, cuando se esperaba afecto.

5. adj. Dicho de una persona: Que interviene en las cosas del gobierno y negocios del Estado.

6. adj. Denota parentesco por afinidad. Padre político, Hermano político...

7. f. Arte, doctrina u opinión referente al gobierno de los Estados.

8. f. Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos.

9. f. Actividad del ciudadano cuando interviene en los asuntos públicos con su opinión, con su voto, o de cualquier otro modo.

10. f. Cortesía y buen modo de portarse.

11. f. Arte o traza con que se conduce un asunto o se emplean los medios para alcanzar un fin determinado.

12. f. Orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado.


Dice mi padre que hacer política es algo que se le debería dejar a los profesionales. Que está todo dicho. Que esto ya no lo cambia ni Dios. Dice que son lxs políticxs los que han estudiado una carrera de sociología, de económicas (si todavía se le llama así), de derecho, alguna carrera asociada a su puesto como medicina, ciencias ambientales...o quizá una mezcla de todas ellas. 

Yo supongo que habrá casos en los que estos requisitos no se cumplan pero se acceda al cargo. Pensando mal, como casi siempre hago, supongo que hay muchos que han accedido por puro enchufismo. Que hay mucha Terelu en la política orgánica. Mi padre no lo piensa así, por eso hace años que decidí no discutir con él de política. En el fondo entiendo que él es de otra época. Para él la constitución de hace 30 años es la que vale. Y los políticos sus únicos interlocutores válidos. Ladrones, como todos, matiza. Pero válidos.


Lxs no iniciadxs nos solemos acordar de la política y sus profesionales (literalmente, muchas veces "nos acordamos" de ellxs) desde la iliterancia y la demagogia, metiendo a todos en el mismo saco o etiquetándolos, procesándolos en juicio público como el enemigo. Perdemos un tiempo precioso intentando demostrar por todos los medios que somos exactamente lo contrario. Derecha e Izquierda, Blanco o Negro... como en otra época.

Claro que,  hasta cierto punto, es la política que conocemos. Llevamos toda la democracia (para algunxs toda la vida) escuchando improperios a un lado y al otro de la bancada. desde el "Váyase, señor González" hasta las trifulcas diarias entre Soraya Saez y Rubalcaba, Rajoy y Zapatero, Blancos y Cospedales con distinto apellidos y rostros... Lo que nos llega a nosotros de la política es el circo. Las leyes van y vienen, firmadas y abstenidas por igual para que al final sean aprobadas en los despachos, en pactos a espaldas de lxs ciudadanxs. 

Pero la pista central sigue a lo suyo. Vive convenciendo a sus bases y votantes de que enfrente de ellxs está sentado el mal, procuran estar al tanto de la gracieta de moda, del insulto del día. Mientras, los medios de comunicación, en formatos informativos estratégicamente emitidos tras el espectáculo, estratégicamente redactados para causar el efecto esperado, sintetizan para la audiencia lo que ha querido decir el uno y el otro. Recordaba un amigo que era como el libro de George Orwell, 1984, cuando "el partido" decía eso de "La Guerra es la Paz". Pensamiento único (Para cada bando).  Así que se la pasan sesgando información, manipulandola al antojo de intereses que ni conocemos, omitiendo una visión global. Dependiendo del medio que veas, oigas o leas, o es blanco o negro. Lo peor es que nosotrxs picamos, nos convencemos de que odiamos al otro, que así debe ser. Así es como comienza a perpetuarse el borreguismo que inevitablemente lleva al bipartidismo y la confrontación. En España no se vota a un partido, se vota en contra del otro. Desde hace más de un siglo.


Y en medio de esta atrofia democrática surge el Movimiento #15M con su ya famoso "No nos representan". Sin portavoces, sin cabezas visibles. miles de personas en la calle siendo interlocutores de si mismos. Indignadxs, Asfixiadxs. Y los políticos, lejos de entender su problemática, reaccionan de la única forma que saben: Insultando. Desprestigiando. Relacionándolos con el eje del mal.

Sin embargo esta vez no les sale bien. Y de pronto, en el debate, surge una pregunta ¿Qué pasa cuando un movimiento ciudadano salido de la red, del salón de su casa, de unas cuantas reuniones de colectivos, de gente de diferentes estratos sociales, heterogéneo y  supuestamente horizontal se pone a hacer política? ¿Qué ocurre cuando esas personas, que no se identifican con la clase política actual, que se declaran apolíticos en muchos casos, deciden echar un pulso con los profesionales?

En mi opinión, la única manera de sobrevivir a este pulso contra todo un aparato político, un establishment que lleva funcionando mucho tiempo ( tanto que los que forman parte de él ni siquiera recuerdan como actuar de otra manera) es que toda la ciudadanía, sin excepción, salga a la calle a sacarles la tarjeta roja. TODxS. Para ello, lo más importante es que esa protesta sea integradora y no separatista, ya que es vital que se realice sin excluir a nadie. Es tal la fuerza que ello puede generar que es capaz de hacer tambalear los cimientos del Estado. 

Yo tranquilizaría a los padres que, como el mío, que escucha y lee alguna prensa alarmista, que no es eso. Que no es esa la intención. Creo, igual que él, que los derrocamientos no son buenos. La historia nos enseña que el "Quítate tu que me pongo yo" no ha funcionado nunca, ha llevado siempre al mismo agujero de miseria y mezquindad. Por ello hay que actuar con inteligencia, con mucha mano izquierda (y no hablo de ideología en esa sentencia).

Hay que dosificar, mimar esa fuerza,  regarla cada día para que no se desmorone entre dogmas y rivalidades de otras épocas que solo llevan a la escisión, contando con todas las partes implicadas, superando ideologías. Hacerlo incluso con los políticos profesionales, siempre que se demuestre su voluntad clara y sin fisuras para llevar ese cambio adelante de mano de la ciudadanía. Por supuesto que aparecerán por el camino todo tipo de de mercaderes y vendedores de humo y alfombras que, fingiendo asumir el mensaje, lo quiera utilizar en su provecho, o símplemente envenenar y desmantelarlo. Hay que detectar quién te quiere echar para atrás y erradicar el problema, pero también hay que detectar a quien, aunque piense y actue de forma diferente, quiere sumar experiencia y trabajo a tu favor.

 De otra manera, por no detectar a lxs primerxs y rechazar a lxs segundxs corremos el riesgo de implosión, que es lo que muchxs de los que se benefician de la barra libre de chanchullos en la que vivimos desean cada día. Que sean nuestras propias dudas internas las que  acaben con el suicidio del movimiento sería dilapidar la confianza de millones de personas . Evitar eso requiere un ejercicio duro y complejo con el que antes o después nos tendremos que enfrentar. Que toda la gente se acepte en lo que les une dejando de lado lo que les separa, incluso cuando lo que les separe a veces sea insalvable. 

¿Podría un apolítico de izquierdas (risas) tener algo en común con otro de derechas, o con los que simpatizan con cualquier otra opción? ¿Podrían personas que no comulgaran con los postulados de una izquierda y derecha desfasadas,  repletas de dogmas, caspa y telarañas ideológicas llegar a un acuerdo? Yo se que a bote pronto muchos desde la izquierda diríamos que no, que hay cosas insalvables como la xenofobia, la defensa de lo privado contra lo público, la adscripción al mensaje unilateral de la Iglesia católica, el modelo territorial (véase Patria) frente al federalismo... Pero realmente ¿Estamos de acuerdo en algo? 


Según las encuestas si. Un porcentaje altísimo de la gente considera que las propuestas básicas que se están demandando desde el #15M a los políticos son justas y realizables,  y este porcentaje está MUY por encima de la representación en las urnas de izquierda y derecha. Así que tal vez debamos tragarnos la bilis y reconocer que en algo estamos de acuerdo. Podemos hacer dos cosas, o caer en el sectarismo debilitador o alcanzar acuerdos que nos acerquen y nos conduzcan al objetivo. Nadie es salvaguarda de la indignación ciudadana, nadie dirige ni representa a nadie, y así debe ser. Colectivos, personas, más colectivos y más personas dijeron, dijimos en su día #YoSoy15M  porque no queríamos ni queremos reproducir los mismos métodos que nos han sacado a protestar (Gracias, @gallir, por el recordatorio necesario) No podemos perderlo todo en pataletas ideológicas internas.





Es inadmisible pensar "o conmigo o contra mi". Es inadmisible anclarse en una ideología inculcada por el que gritaba al de la bancada de enfrente y luego viene a meternos miedo con el viejo cuento de la llegada del Coco. Hay que ser honestxs y luchar por lo que necesitamos urgentemente para tener un futuro que no esté en manos de los que han degenerado en la avaricia, la corrupción y el inmovilismo ante ellas, Hay que proponer unas nuevas normas que mejoren nuestra vida. Hay que luchar unidxs por un objetivo justo. Sin fisuras, sin apropiarse del mensaje que estamos enriqueciendo y dando forma entre todxs. Sin añadir cláusulas ideológicas. No se trata de ser apolítico. Se trata de saber desprenderse del lastre del odio y del pasado que nada bueno ha traido a este país, solo inmovilismo e inoperancia. mirad el Tribunal Supremo, la banca secuestrando países. Es de vergüenza. No nos merecemos esta clase política. No nos merecemos ser esclavos del club de las Caimán.
 

Propuesta: Respirar hondo, pensar y preguntarse ¿Soy capaz de dejar a un lado los prejuicios y unirme al de enfrente, sin símbolos, como hemos hecho hasta ahora,  sin insultar, para alcanzar acuerdos que nos lleven a mejorar lo que tenemos? Yo si. Quiero, necesito creer que si. No será fácil. Pero tengo un objetivo, un objetivo compartido por millones de personas de distintas ideologías a lo largo y ancho de este planeta, y tiene un nombre. Es la Democracia, el poder del pueblo, para el pueblo. Muchos políticos profesionales deberían recordarlo de vez en cuando, cuando después del espectáculo lamentable que están dando salgan a tomar unas cañitas. Mi padre, tristemente, ya no se acuerda.

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